Para poneros en situación, primero os vamos a contar un poco de dónde surgió la maravillosa idea de convertir el chocolate en alimento para alegrarnos hasta hoy.
Todo comienza en Tollan, México… donde los pueblos preparaban el cacao asando los granos y tratándolos en piedras muy calientes. Con la pasta, se preparaba una bebida, junto con la vainilla, la canela y la miel. La bebida había que consumirla al momento y estaba considerada como nutritiva y afrodisíaca.
Hay análisis ya modernos que determinan las ventajas y desventajas que ofrece este delicioso alimento. Y os vamos a contar algunas de ellas.
Primero las malas noticias. Y es que aporta poquísimas proteínas y calcio para el crecimiento, la coagulación el fortalecimiento de los huesos, el sistema nervioso y la contracción muscular. Al tener un alto contenido en carbohidratos y grasas, si no lo consumimos con moderación, favorece mucho la aparición de obesidad, caries dentales, acné o alergias. También tiene un componente llamado “tiramina”, es un aminoácido que hay en ciertos alimentos que puede producir una desagradable migraña.
Pero no todo es malo, no os asustéis… El chocolate también tiene un montón de virtudes. Tiene una buena cantidad de magnesio, que nos ayuda a obtener la energía de los distintos alimentos, y también hierro, con el que nuestro organismo produce hemoglobina y facilitamos el transporte del oxígeno por todo el cuerpo. También contiene niacina, o vitamina B3, que participa en muchísimos procesos metabólicos en los que producimos energía para nuestro organismo. También contiene cantidades de teobromina y cafeína, que estimulan el sistema nervioso central, y además tienen efectos diuréticos. Lo que sí queremos destacar, es que tiene un efecto antidepresivo al “activar” una hormona llamada serotonina, por lo que muchas mujeres lo usan para combatir el estado de ánimo decaído que a muchas les antecede a la menstruación.
Al final, sacamos en claro que el contenido en minerales, vitaminas y proteínas nos aporta muchos beneficios, pero tenemos que tomarlo en cantidades adecuadas, para que los añadidos industriales (como azúcar o leche) no alteren demasiado todas estas propiedades.